CONOCER LOS ALREDEDORES

El castillo se emplaza en una pintoresca comarca de transición entre las agrestes sierras de Gredos y Béjar y las fértiles y más llanas tierras cerealistas del partido de Alba de Tormes.

El propio pueblo del Congosto nos ofrece un singular atractivo turístico. Merece la pena visitar la iglesia parroquial, algunas de sus edificiaciones civiles típicamente serranas, o transitar por cualquiera de sus dos magníficos puentes de piedra, desde los cuales se ofrece una inigualable visión del cauce del río, singularmente atractivo a su paso por el pueblo, pues discurre encajonado entre impresionantes moles de piedra que han sido pacientemente horadadas por la acción del agua durante millones de años. Especialmente sobrecogedor es contemplar el impetuoso paso de las aguas en épocas de crecidas, sobre todo en invierno y primavera, tras días de fuertes lluvias en los valles serranos.

Los amantes de la arqueología pueden evocar tiempos pasados dándose un paseo por las escarpadas laderas del cerro del Berrueco, desde cuya cumbre puede divisarse un vasto horizonte que en días claros alcanza hasta la ciudad de Salamanca. Sucesivas poblaciones del paleolítico superior, neolítico, calcolítico, Primera y Segunda Edad del Hierro, e incluso visigodos, habitaron diversos parajes del mismo o sus estribaciones. De todos ellos, fueron sus más emblemáticos moradores los vettones, pueblo perteneciente cronológicamente al Hierro II, que tuvo precisamente en nuestras tierras el epicentro de su área de expansión peninsular. Hoy no queda ningún vestigio superficial de estas poblaciones, solamente multitud de pedazos de cerámica dispersos por doquier, como evidencia incontestable de lo que un día debió de constituir un importante lugar de asentamiento humano.

Cercanos al Congosto hay multitud de lugares de interés, tanto paisajístico como arquitectónico y cultural. Guijuelo (célebre por sus embutidos), Béjar (antiguo núcleo de fabricación textil de primer orden), Piedrahíta (cuna del Gran Duque de Alba) y El Barco de Ávila (con su majestuoso castillo de Valdecorneja), son importantes núcleos de población de la zona, todos ellos a no más de 20 km. de distancia de nuestro pueblo, que merecen la pena ser visitados.

Los paisajes más encantadores los encontraremos dirigiéndonos hacia la sierra, bien la de Gredos, bien la de Béjar. Candelario es un típico pueblo serrano enclavado en un entorno único, que ha sabido conservar su antigua arquitectura popular. El valle del Tormes nos encaminará hacia las entrañas de la sierra gredense, donde infinidad de gargantas se abren paso hasta las cumbres de sus montañas, paraíso de la cada vez menos arisca cabra montés. Y vale la pena visitar también los menos conocidos, pero igualmente encantadores pueblecitos, insertados en plena naturaleza, que jalonan las frías tierras del río Aravalle.

Cóctel en las terrazas